Lección 36: Mi santidad envuelve todo lo que veo REFLEXION

 Lección 36: Mi santidad envuelve todo lo que veo


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Hoy damos un paso más en la comprensión de nuestra verdadera naturaleza. No solo somos santos porque nuestra mente es parte de Dios, sino que esta santidad se extiende a todo lo que vemos. Esta lección nos invita a reconocer que nuestra visión puede estar alineada con la pureza y el amor de Dios, en lugar de con el miedo y la separación del ego.


Tu santidad no es parcial, es total

Ser santo significa estar libre de pecado. No puedes ser santo a medias. Si tu mente es parte de Dios, entonces eres completamente santo, sin excepción ni grados. Tu santidad no depende de lo que hagas o de cómo te sientas hoy, sino de quién eres en esencia.

¿Puedo aceptar que soy completamente santo tal como Dios me creó, sin importar los errores que crea haber cometido?


La santidad de tu mente se extiende a tu visión

Si tu mente es santa, entonces lo que ves también lo es. No porque los objetos en sí sean santos, sino porque tu percepción está cambiando. Lo que ves refleja el estado de tu mente. Si miras desde el amor, verás santidad en todas partes.


Si realmente creyera que mi santidad envuelve todo lo que veo, ¿cómo cambiaría mi manera de percibir el mundo?


El ego no tiene poder sobre tu visión

Tu visión no tiene nada que ver con tu cuerpo ni con los límites del ego. Cuando ves con los ojos del amor, el juicio desaparece y reconoces la pureza en todo lo que te rodea.


¿Qué pasaría si hoy decidiera ver más allá de las apariencias y encontrar la santidad en todo lo que me rodea?


Práctica del día


Hoy se sugieren cuatro sesiones de práctica de 3 a 5 minutos cada una:


1. Cierra los ojos y repite la idea lentamente:

"Mi santidad envuelve todo lo que veo."



2. Abre los ojos y mira lentamente a tu alrededor, aplicando la idea a lo que ves:


"Mi santidad envuelve esta mesa."


"Mi santidad envuelve este cuerpo."


"Mi santidad envuelve este teléfono."




3. Cierra los ojos nuevamente y repite la idea en silencio.



4. Durante el día, haz aplicaciones más cortas:


Cierra los ojos, repite la idea.


Ábrelos, repítela observando lo que tienes enfrente.


Vuelve a cerrarlos y repítela una vez más.


Realiza estos ejercicios con calma, sin prisa ni esfuerzo.


Oración al Espíritu Santo

Espíritu Santo, hoy elijo recordar que mi santidad envuelve todo lo que veo. Ayúdame a mirar con amor y a reconocer la pureza en todas las cosas. Que mis ojos no sean guiados por el miedo, sino por la luz que hay en mí. Gracias por recordarme que mi visión puede ser santa si decido verla con Tu amor. 


Hoy es un día para recordar que nuestra visión puede reflejar la verdad de lo que somos. Si nuestra mente es parte de Dios, entonces lo que vemos puede estar lleno de amor y santidad. No necesitamos cambiar lo que miramos, solo la manera en que lo percibimos. Al reconocer nuestra santidad, permitimos que el mundo refleje el amor en el que fuimos creados.