Lección 57. Repaso de las lecciones 31 - 35
Lección 57. Repaso de las lecciones 31 - 35
Estas cinco lecciones nos confrontan con una verdad liberadora: no somos víctimas del mundo sino sus creadores. Nos revelan que hemos fabricado nuestras propias cadenas a través de nuestros pensamientos y que podemos liberarnos simplemente eligiendo ver de otra manera. El Curso nos invita a reconocer que nuestra mente es parte de la Mente de Dios, y que al compartir la paz con nuestros hermanos, descubrimos la santidad que reside en lo más profundo de nosotros. Es un llamado a despertar del sueño de separación y a reconocer nuestra unidad esencial con toda la creación.
Oración meditativa
Espíritu Santo, hoy reconozco que no soy víctima del mundo que veo. Te entrego las cadenas que yo mismo he forjado y que ahora elijo soltar. Ayúdame a ver este mundo como un lugar de libertad, no de prisión. Que pueda contemplar la paz en lugar del conflicto, la unidad en lugar de la separación. Recuérdame que mi mente es parte de la Mente de Dios y que la santidad que comparto con toda cosa viviente nunca puede ser arrebatada. Que mi perdón ilumine el mundo y refleje de vuelta hacia mí la verdad que he estado buscando. En esta luz santa, elijo caminar hoy.
Preguntas para reflexionar
1. ¿En qué áreas de mi vida me siento víctima? ¿Cómo cambiaría mi experiencia si aceptara que yo mismo he elegido estas circunstancias?
2. ¿Qué "desquiciados deseos" me mantienen apegado a un mundo de sufrimiento cuando podría elegir la libertad?
3. ¿De qué maneras específicas he estado viendo el mundo "al revés" y mis pensamientos han sido "lo opuesto a la verdad"?
4. ¿Qué situación en mi vida podría ver con paz en lugar de conflicto?
5. ¿Qué me impide reconocer plenamente que mi mente es parte de la de Dios y que soy "muy santo"?
Puntos a considerar
- No somos víctimas del mundo, sino que hemos elegido nuestra experiencia de él.
- La prisión que percibimos es una construcción de nuestra propia mente.
- La libertad no requiere cambiar el mundo, sino cambiar nuestra percepción de él.
- La paz no es algo que debemos crear, sino algo que ya existe y que podemos elegir ver.
- Nuestra santidad innata y nuestra unidad con Dios y con toda la creación no pueden ser alteradas, solo temporalmente olvidadas.
Las lecciones 31-35 nos ofrecen una invitación radical a la libertad: no somos víctimas sino creadores del mundo que experimentamos. La puerta de nuestra prisión autoimpuesta siempre ha estado abierta, esperando solo nuestra decisión de atravesarla. Al reconocer que hemos inventado el mundo que vemos, descubrimos que hay otra manera de percibirlo—como un lugar donde el Hijo de Dios encuentra su libertad, no su cautiverio. Esta nueva percepción nos permite ver paz donde antes veíamos conflicto, unidad donde antes veíamos separación. Y en esta luz, comenzamos a comprender nuestra verdadera naturaleza: somos parte de la Mente de Dios, eternamente santos, eternamente unidos con toda la creación. Este es el despertar al que el Curso nos invita—no un cambio en el mundo, sino un profundo cambio en nuestra forma de verlo.