Lección 61. Yo soy la luz del mundo.
Lección 61. Yo soy la luz del mundo.
En esta poderosa lección, se nos invita a asumir nuestra verdadera identidad espiritual más allá de las limitaciones que nos hemos autoimpuesto. "Yo soy la luz del mundo" no es una afirmación de arrogancia sino una declaración de nuestra auténtica naturaleza según la visión de Un Curso de Milagros.
Cuando consideramos esta frase, es natural experimentar cierta resistencia. Nuestro ego inmediatamente la interpreta como una manifestación de orgullo o autoengaño. "¿Cómo podría yo, con todas mis imperfecciones y limitaciones, ser la luz del mundo?", nos preguntamos. Esta reacción revela precisamente el obstáculo fundamental que la lección busca ayudarnos a superar.
La paradoja que se nos presenta es profunda: lo que consideramos "humildad" —negarnos a aceptar nuestra grandeza espiritual— es realmente arrogancia disfrazada. El texto nos señala que la verdadera humildad consiste en aceptar el papel que se nos ha asignado en el plan divino, ni más ni menos.
Esta lección marca el comienzo de un camino transformador. Nos desafía a abandonar la pequeñez a la que nos hemos acostumbrado para asumir una función mucho más expansiva. No se trata de inflar artificialmente nuestro ego, sino de reconocer que nuestra esencia trasciende las limitaciones de la identidad personal que hemos construido.
Al afirmar "Yo soy la luz del mundo", comenzamos a alinearnos con nuestra naturaleza original, aquella que existía antes de todas las distorsiones y olvidos. Este reconocimiento no solo nos libera a nosotros, sino que nos permite convertirnos en agentes de liberación para los demás, cumpliendo así nuestra función como "portadores de salvación".
Peguntas para autoreflexión
1. ¿Qué sensación me produce afirmar "Yo soy la luz del mundo"? ¿Resistencia, incomodidad o aceptación?
2. ¿De qué manera he estado negando mi verdadera función en el mundo por falsa humildad o miedo?
3. ¿Cómo cambiaría mi vida diaria si realmente aceptara que soy portador de salvación para otros?
4. ¿En qué momentos he experimentado ser "luz" para alguien más? ¿Cómo se sintió?
5. ¿Qué "ídolos" o conceptos limitantes sobre mí mismo necesito abandonar para asumir mi verdadera identidad?
6. ¿De qué forma mi ego confunde humildad con autodegradación?
7. ¿Estoy dispuesto a dar este "paso gigantesco" hacia mi verdadera función?
Oración al Espíritu Santo
"Espíritu Santo, ayúdame a reconocer y aceptar mi verdadera identidad como luz del mundo. Disipa las falsas creencias que me mantienen pequeño y limitado. Dame la valentía para asumir la función que Dios me ha asignado. Que pueda ver más allá de mi ego y reconocer mi papel en el plan divino de salvación. Permite que mi luz brille hoy para todos aquellos que encuentre en mi camino."
Puntos a considerar
1. La verdadera humildad es aceptar lo que realmente somos, no disminuirnos.
2. Rechazar nuestra grandeza espiritual es una forma de arrogancia del ego.
3. Ser "luz del mundo" no es un logro personal sino reconocer nuestra naturaleza esencial.
4. Esta afirmación nos libera de las ilusiones que hemos creado sobre nosotros mismos.
5. Nuestra función de ser luz es la razón fundamental de nuestra presencia en este mundo.
6. Al aceptar ser luz, reconocemos también esta misma luz en los demás.
7. Este reconocimiento es el fundamento de nuestra contribución al plan divino.
La lección 61 nos invita a dar un salto cualitativo en nuestra comprensión espiritual. Nos desafía a abandonar tanto la falsa humildad como la arrogancia para aceptar nuestra verdadera función. Reconocer que "soy la luz del mundo" no es un acto de orgullo sino de alineación con la verdad divina. Es el primer paso para dejar atrás las limitaciones autoimpuestas y asumir nuestro papel en el plan de salvación. Al practicar esta afirmación, comenzamos a construir una nueva identidad basada no en las imágenes que hemos forjado de nosotros mismos, sino en cómo fuimos creados por Dios.