Lección 71. Sólo el plan de Dios para la salvación tendrá éxito
Lección 71. Sólo el plan de Dios para la salvación tendrá éxito
Esta lección nos confronta con una revelación profunda: hemos estado involucrados en un plan de salvación que está condenado al fracaso. El ego ha diseñado un elaborado sistema donde depositamos nuestra esperanza de felicidad y paz en circunstancias externas, personas y acontecimientos que están fuera de nuestro control. Creemos firmemente que si "tal persona" actuara de otra manera, o si "tal situación" cambiara, entonces finalmente podríamos encontrar la paz. Este mecanismo es lo que la lección identifica como "abrigar resentimientos" - la creencia de que algo externo debe cambiar para que podamos ser salvados.
Lo más intrigante de este plan del ego es su diseño perversamente ingenioso: está estructurado para nunca tener éxito. Como señala la lección, está perfectamente alineado con la doctrina del ego de "busca, pero no halles". Cuando depositamos nuestra esperanza en factores externos, garantizamos una búsqueda perpetua, pues siempre habrá algo más que "necesite" cambiar. Esta búsqueda interminable mantiene al ego vivo y nos mantiene en un estado de carencia permanente, siempre buscando pero nunca encontrando la paz duradera.
En contraste directo, el plan de Dios para la salvación es sorprendentemente simple y garantizado: nos dirige a buscar la salvación donde realmente se encuentra. No en las circunstancias externas, no en las acciones de otros, sino en la decisión interna de alinearnos con Su voluntad. Este plan tiene una garantía de éxito precisamente porque nos lleva a la única fuente verdadera de paz. Sin embargo, para experimentar este éxito, debemos estar dispuestos a abandonar completamente el plan del ego, reconociendo que los dos planes son "diametralmente opuestos en todo".
La lección nos invita a experimentar el profundo alivio que viene con reconocer que no tenemos que resolver este aparente conflicto por nuestra cuenta. No necesitamos crear un plan de salvación - ya existe uno que funciona perfectamente. Nuestra única responsabilidad es estar dispuestos a seguirlo, a preguntar "¿Qué quieres que haga?", "¿Adónde quieres que vaya?", "¿Qué quieres que diga y a quién?". En esta rendición se encuentra nuestra liberación.
Quizás lo más transformador de esta lección es que nos ofrece una herramienta práctica para los momentos en que nos encontramos atrapados en resentimientos: podemos reconocer que "Abrigar resentimientos es lo opuesto al plan de Dios para la salvación. Y únicamente Su plan tendrá éxito." Esta simple afirmación tiene el poder de interrumpir el patrón habitual del ego de buscar salvación donde nunca podrá encontrarse, devolviéndonos a la única fuente verdadera de paz.
El plan del ego para la salvación nos mantiene perpetuamente buscando paz donde nunca podrá hallarse, mientras que el plan de Dios nos dirige infaliblemente hacia la verdadera fuente de salvación. Al reconocer la futilidad de buscar nuestra salvación en factores externos y abrazar la certeza del plan divino, experimentamos una profunda liberación del conflicto y la preocupación. Esta comprensión nos permite soltar el pesado fardo de intentar controlar lo incontrolable, permitiéndonos descansar en la certeza de que existe un camino seguro hacia la paz.
Pregunta de reflexión y cómo trabajar en ella
**¿En qué áreas de mi vida estoy siguiendo el plan del ego, depositando mi esperanza de paz y felicidad en circunstancias externas que "necesitan" cambiar?**
Para trabajar con esta pregunta:
1. **Escritura**: Dedica 15 minutos cada mañana a identificar los resentimientos que estás abrigando. Escribe cada situación donde piensas "Si esto fuera diferente, yo estaría en paz". Concluye cada sesión escribiendo: "Esto es parte del plan del ego. Elijo ahora el plan de Dios que me dirigirá a la verdadera salvación."
2. **Meditación**: Practica una meditación diaria de 10 minutos donde observes los pensamientos relacionados con "arreglar" circunstancias externas. Con cada respiración, visualiza soltando estos planes y abriéndote al plan divino. Repite mentalmente: "Sólo el plan de Dios para la salvación tendrá éxito."
3. **Oración**: Desarrolla una práctica consistente de preguntar: "¿Qué quieres que haga?", "¿Adónde quieres que vaya?", "¿Qué quieres que diga y a quién?". Mantén espacios de silencio para recibir orientación, confiando en que las respuestas se revelarán a medida que estés dispuesto/a a escuchar.
Al practicar la distinción entre el plan del ego y el plan de Dios, comenzamos a experimentar una transformación profunda en nuestra percepción. Lo que antes parecía un conflicto sin solución se revela como una simple elección entre ilusión y verdad. A medida que elegimos consistentemente el plan de Dios, encontramos que nuestra vida se simplifica, nuestras relaciones se sanan y nuestra experiencia se colma de una paz que trasciende las circunstancias externas. Esta es la promesa del plan divino: una salvación garantizada que no depende de que el mundo se ajuste a nuestras expectativas, sino de nuestra disposición a alinearnos con la verdad que ya reside en nuestro interior.