Lección 74. No hay más voluntad que la de Dios.
Lección 74. No hay más voluntad que la de Dios.
Esta lección presenta una verdad fundamental que tiene el poder de transformar radicalmente nuestra experiencia de vida: la Voluntad de Dios es la única Voluntad que existe. Cuando realmente comprendemos esto, reconocemos que nuestra voluntad genuina es idéntica a la Suya. Esta comprensión disuelve la creencia de que el conflicto es posible, pues si solo hay una Voluntad, ¿con qué podría entrar en conflicto? La paz reemplaza naturalmente la extraña idea de que estamos atormentados por objetivos contradictorios.
El objetivo central de esta lección es experimentar la profunda paz que surge de este reconocimiento. La idea "No hay más voluntad que la de Dios" es completamente verdadera y, por tanto, no puede dar lugar a ilusiones. Sin ilusiones, el conflicto se revela como imposible. El ejercicio nos invita a repetir pensamientos afines como "Estoy en paz", "Nada puede perturbarme", "Mi voluntad y la de Dios son una", permitiendo que estas verdades se asienten en nuestra mente.
Cuando surgen pensamientos conflictivos durante la práctica, se nos instruye a hacerles frente inmediatamente declarando: "No hay más voluntad que la de Dios. Estos pensamientos conflictivos no significan nada". Para asuntos específicos que parecen difíciles de resolver, se nos enseña a identificar concretamente la situación y las personas involucradas, afirmando: "No hay más voluntad que la de Dios. Yo la comparto con Él. Mis conflictos con respecto a _______ no pueden ser reales".
La experiencia que buscamos en esta lección es sumergirse en la paz a la que nuestra realidad nos da derecho. Es importante distinguir esta práctica del simple ensimismamiento o somnolencia. La verdadera paz se caracteriza por una profunda sensación de dicha y mayor agudeza mental, no por sopor o enervamiento. Si experimentamos dicha, sabemos que hemos alcanzado la paz.
En los ejercicios cortos a lo largo del día, simplemente afirmamos "No hay más voluntad que la de Dios. Hoy busco Su paz" y nos permitimos encontrar esa paz, aunque sea brevemente. Dedicar uno o dos minutos cada media hora a este ejercicio es tiempo bien empleado, pues nos acerca gradualmente a la comprensión de que solo existe una Voluntad universal que todos compartimos.
Aceptar que no hay más voluntad que la de Dios no significa rendirse ante un poder tiránico externo, sino reconocer nuestra unidad esencial con la Fuente de toda la creación. Esta comprensión desvanece el miedo y la ansiedad, revelando que los conflictos que experimentamos son ilusorios. La paz no es algo que debamos crear o alcanzar con esfuerzo; es nuestro estado natural que se manifiesta espontáneamente cuando dejamos de creer en voluntades separadas y conflictivas.
Oración a Dios
Padre Divino, ayúdame a recordar que Tu Voluntad y la mía son una misma. Permíteme experimentar la paz que surge de esta comprensión, disolviendo todo conflicto aparente en el reconocimiento de que solo Tu Voluntad de amor y armonía es real.