Lección 75. La luz ha llegado.
Lección 75. La luz ha llegado.
Esta lección marca un punto crucial en nuestro camino espiritual, celebrando la transformación que ocurre cuando elegimos el perdón como nuestra forma de ver el mundo. "La luz ha llegado" no es simplemente una aspiración para el futuro, sino un reconocimiento de lo que ya ha sucedido cuando decidimos perdonar. Con esta elección, hemos permitido que una nueva percepción reemplace la antigua visión distorsionada por resentimientos y juicios.
La belleza de esta lección reside en su afirmación directa y poderosa: "Te has curado y puedes curar. Te has salvado y puedes salvar. Estás en paz y llevas la paz contigo dondequiera que vas." Estas no son metas lejanas sino realidades presentes cuando elegimos ver con los ojos del perdón. Lo que antes parecía un camino arduo de sanación se revela como un simple cambio de percepción que ya ha ocurrido en el momento en que lo aceptamos.
Los ejercicios nos invitan a mantener la mente completamente receptiva, libre de las ideas del pasado y de los conceptos que hemos inventado. Este es quizás el desafío más grande: no traer nuestras viejas interpretaciones a este momento nuevo. Como si estuviéramos viendo el mundo por primera vez, esperamos pacientemente que se nos muestre tal como es, no como creíamos que era. Esta mirada fresca es el regalo del perdón.
La práctica enfatiza la confianza en que la visión es inevitable una vez que hemos perdonado. No necesitamos esforzarnos por ver la luz; simplemente reconocemos que el perdón ya ha despejado nuestra visión y confiamos en que el Espíritu Santo nos mostrará lo que la verdadera visión ve. Este es un proceso de receptividad, no de esfuerzo. Esperamos con paciencia y certeza, confiando en que lo que se nos ha prometido se manifestará.
El recordatorio constante de que "la luz ha llegado" y "he perdonado al mundo" sirve para mantener nuestra mente centrada en esta nueva percepción a lo largo del día. Cuando la tentación de volver a la oscuridad aparece, simplemente le decimos a quien parezca llevarnos de vuelta: "La luz ha llegado. Te he perdonado." Con esto, transformamos cada encuentro potencialmente conflictivo en una oportunidad para extender y reforzar nuestra visión perdonadora.
La luz no es algo que debamos buscar; es nuestra realidad cuando decidimos eliminar los obstáculos que nosotros mismos hemos puesto en su contra. El perdón es simplemente el reconocimiento de que lo que hemos estado viendo era nuestra propia proyección, no la realidad. Cuando perdonamos, no cambiamos nada en el mundo exterior—cambiamos nuestra mente sobre el mundo, y así permitimos que la luz que siempre ha estado presente se revele ante nosotros.
Oración a Dios
Gracias, Padre Divino, porque hoy reconozco que la luz siempre ha estado aquí; solo mis pensamientos de miedo y juicio la ocultaban de mi vista. Al elegir perdonar, me uno a Tu visión y veo el mundo real que Tú creaste, lleno de amor, paz y conexión.