LECCIÓN 86 (71-72)

 LECCIÓN 86 (71-72) 

26 de marzo de 2022 por KENNETH WAPNICK

https://youtu.be/2Z2lQav_rZc

Éstas son las ideas para el repaso de hoy:

(1:1) (71) Solo el plan de Dios para la salvación tendrá éxito.

Solo puede ser el plan de salvación de Dios el que funcione, porque ningún otro plan puede salvarnos. Todos los demás son externos y están diseñados para fallar, ya que todos ellos deistraen la atención de nuestra mente, la fuente de nuestro problema y la Fuente de nuestra salvación.

(1:2-3) Es inútil que ande buscando febrilmente la salvación por todas partes. La he visto en muchas personas y en muchas cosas, pero cada vez que traté de alcanzarla no estaba allí.

Seguimos el plan sin sentido de búsqueda del ego, pero no encontramos la salvación, y dondequiera que la buscamos, nos decepcionamos. Los ídolos de la salvación -nuestras relaciones especiales- siempre fallarán, ya que fueron hechos para ese propósito, pues son los sustitutos de Lo que puede salvarnos. Más aún, se hicieron ídolos para mantenernos en un estado perpetuo de inconsciencia, para asegurar que nunca ejerciéramos el poder de la mente para elegir de nuevo: la salvación en lugar de la esclavitud.

(1:4-5) Estaba equivocado con respecto a dónde se encuentra. Estaba equivocado con respecto a lo que es.

La referencia es a las relaciones especiales, y lo que Jesús nos propone es perdonar nuestras gratificacionesespeciales, mirar con él y darnos cuenta de nuestra locura al buscar a lo loco cosas que nos hagan felices. Así reconoceríamos la futilidad del especialismo como una forma de vida: porque no funciona. La paz y el amor nunca llegarán cuando los busquemos fuera de nosotros mismos. Fíjate en esta declaración resumida de "No busques fuera de ti mismo" sobre la desesperanza de perseguir ídolos de especialismo, y la esperanza de buscar solo a Dios:

... Un ídolo no puede ocupar el lugar de Dios. Deja que Él te recuerde Su Amor por ti, y no trates de ahogar Su Voz con los cantos de profunda desesperación que les ofreces a los ídolos de ti mismo. No busques esperanzas más allá de tu Padre. Pues la esperanza de felicidad no es la desesperación. (T-29.VII.10:4-7).

Cada vez que miramos sin juzgar a nuestra equivocada búsqueda de ídolos, somos libres de hacer otra elección -salvación en lugar de especialismo.

(1:6-8) Ya no emprenderé más búsquedas inútiles. Solo el plan de Dios para la salvación tendrá éxito. Y me regocijaré porque Su plan jamás puede fallar.

Llegando por fin a la cordura, nos comprometemos a no perder más tiempo buscando lo que nunca se puede encontrar, al elegir solo seguir el camino del perdón, el único que nos llevará a casa. En esa elección se encuentra nuestra salvación; en esa elección se encuentra nuestra alegría.

Ahora nos fijamos en la primera aplicación específica:

(2:1-2) Éstas son algunas de las variaciones que se sugieren para las aplicaciones más concretas de la idea:

El plan de Dios para la salvación me librará de mi percepción de esto.

Fíjate en que no vamos a ser salvados de "esto", cualquiera que sea el "esto". No tenemos que ser salvados de ninguna situación, sino de nuestra percepción de ella. El lenguaje es bastante específico e intencional: "El plan de Dios para la salvación me salvará de mi percepción de esto". Cuando nos sentimos tentados a sentirnos disgustados por algo, solo tenemos que darnos cuenta de que lo que nos disgusta es nuestra percepción del problema. No es lo que percibimos que es el problema, algo que está fuera; es la forma en que lo vemos, es decir, el maestro con el que lo estamos viendo: Jesús o el ego. Si estamos trastornados, sabemos que hemos elegido el ego. El plan de Dios para la salvación nos llama a cambiar nuestras mentes, o más en concreto, a cambiar de maestro. Una vez más, si no estamos contentos con cómo va algo, simplemente tenemos que darnos cuenta de que es porque elegimos la voz equivocada y su interpretación de la situación.

Para reafirmar este punto: El plan de Dios para salvarnos es que elijamos un nuevo maestro. Mirando la situación a través de Sus ojos, nos damos cuenta de que esta es una oportunidad para ver lo que está sucediendo dentro de nuestras mentes. Si no estuviéramos disgustados por lo que aparentemente es externo, no tendríamos la oportunidad de traerlo adentro y darnos cuenta de que es una proyección. Es por eso por lo que nuestras relaciones especiales son nuestros salvadores. Nos ofrecen la oportunidad de reconsiderar nuestras percepciones erróneas. Una vez que nos damos cuenta de que el problema está dentro, somos libres de tomar otra decisión.

(2:3) Esto no es una excepción al plan de Dios para la salvación.

El principio del perdón siempre funciona: "No hay orden de dificultad en los milagros." No hay percepción de dificultad, dolor o incomodidad que no cambiará cuando elegimos dejar de lado nuestros resentimientos y culpa, y aceptar la Expiación para nosotros mismos. El plan de Dios para la salvación es simple. Por eso siempre funciona.

(2:4) Quiero percibir esto únicamente a la luz del plan de Dios para la salvación.

Así escogemos la visión de Cristo para reemplazar las percepciones erróneas del ego. Repara en el juego de palabras, en el que la "luz" tiene el doble sentido de perspectiva, así como la luz que suprime las tinieblas de nuestros resentimientos.

(3:1) (72) Abrigar resentimientos es un ataque contra el plan de Dios para la salvación.

Jesús nos lleva un paso más allá, introduciendo el elemento intencional de la ira, que ataca directamente el plan de la Expiación, el cual redirige nuestro enfoque hacia adentro, donde el sistema de pensamiento del ego de culpa y ataque se deshace.

(3:2-4) Abrigar resentimientos es un intento de probar que el plan de Dios para la salvación fracasará. Sin embargo, solo Su plan puede tener éxito. Al abrigar resentimientos, por lo tanto, estoy excluyendo de mi conciencia mi única esperanza de salvación.

La única esperanza de salvación, una vez más, radica en que acepto la plena responsabilidad por la miseria que experimento, que simplemente refleja mi elección de ser una persona pecadora y culpable que merece miseria y castigo. Por lo tanto, en un intento insensato de estar libre del dolor, elijo proyectar la culpa y atacarte por ello. Por lo tanto, solo puedo ser salvado volviendo a la parte de mi mente dedicada a la toma de decisiones y corrigiendo esta elección equivocada. Sin embargo, al estar enfadado y justificar mis juicios, afirmo la realidad del cuerpo y del pecado: el tuyo y el mío. Además, creo conscientemente que el pecado no está en mí y que no hay mente -todo sucede solo en un mundo de cuerpos donde los resentimientos son reales y mi responsabilidad no lo es.

Diciéndole a Jesús que algo anda mal porque no estoy en paz, le permito que me enseñe que lo que me molesta en ti es una interpretación alienada de lo que, en realidad, me molesta en mí: mi culpa por separarme del Amor de Dios. Jesús me ayuda a darme cuenta de que estoy eligiendo entre la percepción errónea y la salvación mientras miro esto. Llego a comprender que mi percepción es el efecto de mi elección: los resentimientos del ego o el milagro del Espíritu Santo. La primera me arraiga aún más en el mundo de la culpa y el ataque, mientras que la segunda me lleva a mi mente reacta, el hogar de la salvación.

(3:5-6) Mas no quiero seguir yendo en contra de mis propios intereses de esta manera tandescabellada. Quiero aceptar el plan de Dios para la salvación y ser feliz.

El dolor de mis decisiones equivocadas me impulsa finalmente a elegir en contra de la locura de creer que sé qué es lo mejor para mí. Exclamo con alegría: Prefiero ser feliz y no tener razón (T-29.VII.1:9), y estoy contento y agradecido de haberme equivocado (LE-pI.184.15:4).

En este espíritu de elegir la cordura porque quiero ser feliz, con gusto practico estas aplicaciones específicas de la idea de hoy:

(4) Las aplicaciones concretas de esta idea pueden hacerse utilizando las siguientes variaciones:

Según contemplo esto estoy eligiendo entre la percepción falsa y la salvación.

Si veo motivos en esto para abrigar resentimientos, no veré motivos que justifiquen mi salvación.

Esto es un llamamiento a la salvación, no al ataque.

Estoy aprendiendo que todas las circunstancias de mi vida -pasadas, presentes o anticipadas- me ofrecen la oportunidad de elegir ver de otra manera. Mis problemas son de percepción, mis percepciones provienen del pensamiento, y mi pensamiento se origina en la decisión de la mente por el ego o el Espíritu Santo. La elección correcta del perdón corrige el pensamiento del ego, lo que llevó a mis percepciones equivocadas de los resentimientos y los ataques. Debido a que ahora elijo ser feliz, veo el fundamento para el perdón y la salvación en todo. Solo si deseo permanecer en el dolor de mi culpa puedo elegir ver motivos de resentimiento. Sin embargo, como Jesús afortunadamente nos recuerda (por ejemplo, T-16.VI.8:8), ya no estoy completamente loco y por eso pido la salvación y no el ataque.

Un último punto “salvación” no significa que yo te salve a ti, a la situación, o incluso a mí mismo. Salvo lasituación en mi mente, cambiando de opinión. Todas las situaciones exigen este cambio interior. Recuerda: "No busques cambiar el mundo, sino que elije cambiar tu forma de pensar sobre el mundo" (T 21.in.1:7).