Lección 95. Soy un solo Ser, unido a mi Creador.

 Lección 95. Soy un solo Ser, unido a mi Creador.

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En esta lección 95, el Curso de Milagros profundiza en varios conceptos adicionales importantes:


La práctica nos invita a experimentar nuestra verdadera naturaleza como "un solo Ser" completo y unificado, no solo como un concepto intelectual sino como una experiencia directa. El texto sugiere que esta unidad es nuestro estado natural, y cualquier percepción de fragmentación es ilusoria.


Hay un contraste dramático entre dos versiones de nosotros mismos: la falsa percepción (un ser dividido, débil, pecador y sufriente) y nuestra realidad (un ser unificado, poderoso, en paz y conectado con todo). La lección nos invita a reconocer cuál es real.


El texto también aborda la disciplina mental necesaria para el progreso espiritual. Reconoce abiertamente las dificultades que enfrentamos: la mente que divaga, la falta de disciplina, el olvido frecuente del propósito. Por eso recomienda la estructura de práctica cada hora.


Un aspecto transformador es el reconocimiento de que cada vez que afirmamos nuestra unidad, esto tiene un efecto que trasciende nuestra experiencia individual: "alguien oye la voz de la esperanza, el alborear de la verdad en su mente y el sereno batir de las alas de la paz."


La lección concluye con una invitación a extender este reconocimiento hacia los demás: "Tú y yo somos un solo Ser, unidos con nuestro Creador en este Ser." Esto sugiere que el reconocimiento de nuestra unidad no es solo una realización personal sino un acto de servicio hacia toda la creación.


¿Te gustaría explorar alguno de estos aspectos con más detalle?

La lección 95 también integra varios elementos prácticos y filosóficos más profundos:


La idea central de ser "un solo Ser" se contrapone radicalmente a la experiencia cotidiana de un mundo donde parece prevalecer la separación. El texto sugiere que nuestra resistencia a esta verdad es precisamente lo que perpetúa nuestra experiencia de fragmentación y sufrimiento.


El Curso señala un patrón psicológico importante: cuando fallamos en nuestra práctica, tendemos a castigarnos y a considerar "el día como perdido", lo cual es otra forma de defensa contra la verdad. Esta actitud perfeccionista es identificada como un obstáculo al aprendizaje.


Hay una invitación a la autocompasión y al perdón hacia uno mismo: "Resolvamos... estar dispuestos a perdonarnos a nosotros mismos nuestra falta de diligencia." Esta tolerancia con la propia debilidad es presentada paradójicamente como una fortaleza verdadera.


La lección enfatiza el poder transformador de la mente: "se te ha concedido poder sentir este Ser dentro de ti y expulsar todas tus ilusiones fuera de la única Mente que es ese Ser." Sugiere que tenemos la capacidad innata de disolver las ilusiones que oscurecen nuestra verdadera naturaleza.


El texto también introduce una dimensión cósmica al trabajo personal: "Necesitamos tu ayuda, el pequeño papel que te corresponde desempeñar para brindar felicidad a todo el mundo." Esto implica que cada reconocimiento individual de la unidad contribuye a la sanación colectiva.


La práctica diaria se presenta no solo como un ejercicio de autodescubrimiento sino como un acto de amor hacia los demás: "Te honro por razón de lo que soy, y de lo que es Aquel que nos ama a ambos cual uno solo."